sábado, 31 de octubre de 2009

alimentacion y derechos

Desde la perspectiva de los derechos humanos, el derecho a la alimentación significa que todas las personas deben tener acceso físico y económico, de manera individual o colectiva, de forma regular y permanente, a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, y a los medios necesarios para producirla, de forma que se corresponda con las tradiciones culturales de cada población y que garantice una vida física y psíquica satisfactoria y digna. 1 Este derecho esta reconocido en instrumentos internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales, y Culturales (PIDESC) en el Protocolo Adicional a la Convención Americana de Derechos Humanos en materia DESC, conocido como “Protocolo de San Salvador” y en la Convención de los Derecho del Niño, por ejemplo.2

  

Desafortunadamente en México, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no reconoce de manera explícita el derecho a la alimentación, sin embargo, sí hay una mención al respecto en el artículo cuarto que señala: “Los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación...” Elevar a rango constitucional el derecho a la alimentación es por tanto, uno de los pendientes que en materia social que tiene nuestro país. 

La alimentación es un derecho humano indispensable para la reproducción de la vida y para el disfrute y ejercicio del resto de los derechos, sin embargo, miles de personas mueren a diario a causa del hambre o por las secuelas de la falta de alimentos o por un inadecuado equilibrio en el consumo de éstos (malnutrición). De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para Agricultura y la Alimentación (FAO) más de 850 millones de personas padecen todavía hambre ( 400 millones son niñas y niños), principalmente en África y Asia.3 Asimismo 70 por ciento de la población del mundo que vive en pobreza son mujeres, especialmente en zonas rurales, lo que tiene un impacto en su derecho a la alimentación y por lo tanto en su calidad de vida ya que dado su papel reproductivo, requieren una alimentación que tome en cuenta sus particularidades. 

En América Latina y el Caribe hay 52 millones de personas subnutridas, 70 por ciento de los niños menores de cinco años sufre desnutrición crónica y según datos de la FAO, esta región produce tres veces la cantidad de alimentos necesarios para satisfacer a su población y es la mayor exportadora de alimentos del mundo. A pesar de esto, hay países como Guatemala y Honduras que han incrementado el número de personas con hambre los últimos años.4

El lema para conmemorar el Día Mundial de la Alimentación de este año, “ Invertir en agricultura para la seguridad alimentaria, beneficio para todo el mundo”, retoma un tema que debería ser prioritario a nivel mundial: la agricultura. Se llama a los gobiernos a invertir en el sector agrícola de sus países y se destaca el papel de la agricultura en la lucha contra el hambre y para garantizar la seguridad alimentaria. La Organización de las Naciones Unidas ha señalado que no se ha invertido suficiente en la agricultura y el desarrollo rural, en el caso del segundo apuntó que es necesario apoyar la educación de las mujeres y las niñas pues en un importante número de casos constituyen la columna vertebral de la economía agrícola de pequeña escala. Asimismo la ONU y la FAO recordaron que es necesario trabajar activamente para lograr alcanzar la meta fijada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, relativo a la reducción del hambre en un cincuenta por ciento para 2015. 

En México, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), más de la mitad de la niñez rural está desnutrida. Anemia por deficiencia de hierro, déficit de nutrimentos, retardo en el crecimiento lineal, sobrepeso y obesidad, son las deficiencias nutricionales que se presentan con mayor frecuencia entre la población. Si bien existen diversos programas gubernamentales enfocados a la alimentación como Arranque Parejo en la Vida, Oportunidades, los Programas de Abasto Social de Tortilla y de Leche, no se ha logrado evitar el carácter asistencialista de éstos, pues se centran en la entrega de despensas y ayuda monetaria a ciertos grupos, pero carecen de una visión de largo plazo que prevengan situaciones de emergencia o desastre, programas de abastecimiento de alimentos o de apoyo al agro. En ese sentido, hay que señalar que México no goza de soberanía alimentaria pues más de 40 por ciento de los alimentos que se consumen vienen del extranjero. Durante las dos últimas décadas los distintos gobiernos mexicanos han dejado al campo en un estado de indefensión frente a los grandes agroindustriales y las comercializadoras extranjeras. México viene enfrentando desde hace varías décadas un deterioro constante en las condiciones del sector agrícola que tienen un efecto negativo en la vida de los campesinos y campesinas y en los precios de los alimentos.


Gabriel salazar

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